• 0 MIGUEL DE SANTIAGO, ENTRE LUCES Y SOMBRAS

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    • 04-10-2024
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    MIGUEL DE SANTIAGO ENTRE LUCES Y SOMBRAS   Nacido en Quito entre 1620 y 1633, en el barrio tradicional de Santa Bárbara. Nieto de indios e hijo de mestizos, sus padres murieron cuando él era un infante, siendo adoptado por el regidor del Cabildo de Riobamba de quien tomó el apellido. No hay certeza sobre su formación en artes, desconociéndose el origen de sus estudios en artes, hay datos que sugieren que fue alumno del Jesuita Hernando de la Cruz, o de Diego de Orozco. Sin embargo, fue de la mano del Padre Leonardo Araujo que el artista desarrolló la composición y el gusto por los colores. Fundó un centro de estudios, donde se formaron varias generaciones de pintores, dónde se crearon obras de gran importancia histórica para la Real Audiencia de Quito. Su hija tomaría el mando del centro de estudios en 1706 cuando Miguel de Santiago falleció. El maestro Miguel de Santiago se codeó con la poderosa élite Quiteña quienes acudían a él para decorar sus cenobios e Iglesias, razón por la cual sus osamentas se hallan en el convento de San Agustín en Quito. A los veinte años se casó con Doña Andrea de Cisneros y Alvarado, emparentada con Santa Mariana de Jesús “La azucena de Quito”. Procreó cuatro hijos de los cuales solo sobrevivieron dos mujeres, una de las cuales se convirtió en una de las pocas mujeres pintoras de profesión en Quito. La obra de Miguel de Santiago es considerada una de las más extensas del Barroco Americano, imbuido por el espíritu cristiano de la época se puede reconocer en sus obras la iconografía que busca la enseñanza de sacramentos y virtudes, del mismo modo que de mandamientos y la condena a los vicios. Su técnica pictórica combinaba hábilmente los claroscuros y los tonos grises que utilizaba con gran profesionalismo para dar luces y sombras. Tenía una paleta limitada de colores extraídos de tintes vegetales que él mismo buscaba. El artista utilizaba para los cielos, el blanco ocre y el verde frío, así como técnicas de veladuras y claro-oscuros para las nubes. Para la arquitectura utilizó variaciones cromáticas de Gris, café y Ocres. Las figuras Santas las rodeaba con un halo de ocre y amarillo claro. Entre sus obras más importantes se halla la serie de pinturas sobre la vida de San Agustín terminadas en 1656. Fray Basilio de Rivera financió la obra y estimuló la iniciación artística de Miguel de Santiago comprometiéndolo a realizar obras de grandes formatos, por lo general de 3X2,50 metros. Los murales decorativos de la portería de San Francisco, donde se representan a Fray Pedro Pescador y a Fray Domingo de Baviera, que fueron exaltados por su expedición misionera al Amazonas. También constan siete lienzos de doctrina cristiana en San Francisco, mismos que mide 1,28 por 1,78. Tanto el maestro como sus discípulos son vinculados con dos grandes series pictóricas, las pertenecientes a “San Agustín” y las pertenecientes a la “Iglesia de Guápulo”. El fondo doctrinario de las obras de Miguel de Santiago se basa en la Suma teológica de Santo Tomás de Aquino. En ella consta que los principios de los actos humanos son dos, internos y externos. Entre los primeros se hallan vicios y virtudes, así como dones y frutos. Externamente, por el contrario, los actos humanos tienen por principio a Dios que se manifiesta en la Ley y la Gracia. Sobre esta base, Miguel de Santiago dispuso estos elementos con diversas figuras alegóricas, entre ellas las virtudes y los sacramentos suelen enmarcar el cuadro, en tanto que los mandamientos y los dones se desarrollan en la parte superior del cuadro. En la parte inferior se expresan los pecados capitales, ofreciendo una lectura al cuadro donde la dicotomía entre cielo e infierno, bien y mal, toman primordial representación. En el centro del cuadro se relatan las obras de misericordia a las que el pintor vigoriza con el uso efectivo de las veladuras y el juego de sombras y luces. Las obras que Miguel de Santiago desarrolla con puño y letra llevan la impronta del Blasón Heráldico de la familia que financió la obra. A su muerte, el cuerpo de Miguel de Santiago fue hallado tendido en el suelo con el hábito de religioso de San Agustín por mortaja y en el pecho en sus manos asidas a un crucifijo. En torno al pintor y su genialidad artística se han ido construyendo una serie de leyendas que lo retratan como poseedor de un temperamento altamente volátil e inestable. Entre las leyendas más populares está la que cuenta cómo, en un arranque de ira, el pintor expulsó a su aprendiz Nicolás Javier de Goribar, por retocar un cuadro suyo dañado por un cerdo, además de atacar a su esposa con una espada y cortarle una oreja en el acto. Esta leyenda es muy similar a sus similares europeos Van Dick o Rubens. En otra se comenta que, buscando el rostro con la expresión perfecta para el cuadro “Cristo de la Agonía” mismo que le fue encargado por los Agustinos. Miguel de Santiago le clavó una lanza al costado a uno de sus aprendices, logrando así la expresión facial que buscaba. Esta leyenda es muy parecida a las atribuidas tanto a Miguel Ángel como a Franz Xavier Messerschmidt, y de hecho muchos investigadores cuestionan su veracidad. Del mismo modo aquel mito sobre los viajes de estudio de Miguel de Santiago al viejo continente que se construye debido a la influencia de las técnicas barrocas de pintores holandeses, Miguel de Santiago nunca salió del Ecuador. /2 En 1852 se constituye la Sociedad Ecuatoriana Miguel de Santiago, nombrada así en honor al más importante exponente de la pintura colonial quiteña. /3   BIBLIOGRAFIA: 1. PATRIMONIO ARTISTICO ECUATORIANO, Fr. José María Vargas, Trama Edit 2005 2. https://www.lifeder.com/miguel-de-santiago/ 3. (http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6506/1/04-DO-Fernandez-Salvador.pdf)

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